Stella Caloni opina sobre polìtica actual argentina
En Argentina, Stella Calloni denuncia los vínculos de la NED y de la Usaid con organizaciones como el Cadal (Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina), la Fundación Libertad, Crecer y Crecer (antecesora de la Fundación Pensar, usina de cuadros del PRO), el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), el partido Unión por Todos de Patricia Bullrich (vinculado al grupo UnoAmérica) y la fundación Voces Vitales, de Laura Alonso (que recibía financiación del fondo buitre de Paul Singer). UnoAmérica (Unión de Organizaciones Democráticas de América), dirigida por el venezolano golpista Alejandro Peña Esclusa, presentó en la CIDH de la OEA una “denuncia” contra el gobierno de Evo Morales, por “delitos de lesa humanidad”. El esposo de Patricia Bullrich, Guillermo Yanco, preside el Instituto de Estudios Argentinos (Idear), miembro de la Red de Partidos Políticos, que tuvo activa participación en los intentos desestabilizadores de Argentina, Bolivia y Venezuela. En la Fundación del PRO, Pensar, participa también Julio Cirino, quien fue procesado por la Sala II de la Cámara Federal acusado de haber sido integrante del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército durante la dictadura, bajo el alias de “Jorge Contreras”, estando involucrado en la desaparición de militantes de Montoneros. Cirino dirigió el Grupo de Tareas 7 de la Central de Reunión de Información (CRI) del Batallón 601, teniendo estrechos vínculos con la embajada norteamericana.
Hoy varios de los personajes mencionados se encuentran en el gabinete macrista. Patricia Bullrich es la flamante ministra de Seguridad, y Laura Alonso es la jefa de la Oficina Anticorrupción. Otros son la inteligencia tras los bastidores.
(Parte de un artìculo publicado rebelion.org : Maduro vs. Macri: Un duelo continental)
Charla de Axel Kicillof en el Parque Centenario!
SI ESTE NO ES EL PUEBLO, EL PUEBL DONDE ESTÀ???

VAMOS ALEX, TE BANCAMOS…LOS INESCRUPULOSOS, NOS EMPROBRECIERON EN 24 HORAS…RECONOCEMOS LOS ESFUERZOS QUE HICISTE JUNTO A CRISTINA PARA MANTENER EL VALOR DE NUESTROS INGRESOS Y LAS FUENTES DE TRABAJO!! ADELANTE!!!!

La democracia no se mancha – Hernán Brienza
Un país normal? La semana que culminó ha sido histórica, sin dudas. Apasionada y apasionante, contradictoria, confusa, profusa, estrambótica, aparatosa y original. Puede añadirse cualquier tipo de adjetivos, pero lo que no ha podido encajar es la conjugación del sustantivo “país” con el adjetivo “normal”. Por primera vez en la historia argentina, un presidente se va respaldado por cientos de miles de sus partidarios en una multitudinaria plaza. Por primera vez, la justicia “destituye” 12 horas antes al titular del Poder Ejecutivo a través de funcionarios militantes del presidente entrante y, al mismo tiempo, un primer mandatario asume procesado por la justicia. No se trata de un país normal ni mucho menos.
El desencuentro entre Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri –todo desencuentro es siempre de a dos, más allá de las razones que le asistan a uno u a otro (y lo cierto es que ambos tienen razones que los asisten)- concluyó en una fiesta de a Uno (el macrismo entrante) sin poder incluir al Otro (el kirchnerismo saliente). Las dos Argentinas no pudieron encontrarse y ambas Argentinas son responsables de esa imposibilidad. Pero, además, ese desencuentro evidencia la debilidad simbólica intrínseca del presidente Macri. Un verdadero ganador, un triunfante “sano”, virtuoso, no escatima el placer de ver a su oponente simbólicamente derrotado ofrecer los atributos conquistados. La victoria desequilibra la balanza, y por lo tanto ofrece a quien gana la ventaja de poder tener actos de supuesta grandeza y magnanimidad con quien ha dejado el gobierno. ¿Por qué Macri no pudo tener ese gesto de displicencia y de respeto a su propia dignidad?
A pocos días del estreno mundial de la séptima entrega de la saga de La Guerra de las Galaxias, bien vale la pena recordar las sabias palabras del Maestro Yoda: “El miedo es la entrada al Lado Oscuro de la Fuerza”. Macri no evidenció decisión, fortaleza, autoridad, con el affaire traspaso, sino miedo. O debilidad. Para poder asumir, necesitó borrar al Otro. El kirchnerismo debía desaparecer de las calles, de los escaños del Congreso -remplazados sus diputados por legisladores truchos para que no se notaran los espacios vacíos- y de los actos institucionales. Bueno, el kirchnerismo debe desaparecer, bien podría ser la consigna de los nuevos tiempos y, sobre todo, del andamiaje político-mediático-judicial ¿monitoreado por la CIA? para la región. (Digresión: Preocupante la denuncia de Diosdado Cabello, presidente del Parlamento Venezolano quien acusó directamente a la canciller argentina Susana Malcorra de pertenecer directamente a la Agencia de Inteligencia Americana).
Si uno analiza los primeros movimientos políticos, judiciales y mediáticos todo está dirigido a la supresión de ese elemento molesto y disruptivo en el mapa de poder en la Argentina. El kirchnerismo, al igual que el Yrigoyenismo y el Peronismo, es aquello que no permite la restauración del “país normal”, es decir, de esa Nación conservadora organizada por Bartolomé Mitre en 1862 y reorganizada por el tándem Revolución Libertadora-Dictadura Militar de 1976. Si el Macrismo se equivoca y en vez de llevar adelante una política de integración lúcida, decide “aniquilar” al Otro, utilizará, como nuevo representante del Liberalismo Conservador, para intentar que las mayorías olviden a esa interrupción dislocadora que significó el proceso de estos últimos 12 años, posiblemente, las siguiente herramientas:
a) Manicomialización de Cristina Fernández de Kirchner. Se sabe que cuando el poder encuentra como elemento desafiante a una mujer la primera respuesta que tiene para desacreditarla es la acusación de “locura” para acallar esas voces. “Brujas”, “fanáticas” o “locas” son las mujeres que desafiaron, a lo largo de la historia, al poder. Desde Juana de Arco a las Madres de Plaza de Mayo existe una larga lista de operaciones culturales similares. Cristina será la jugadora “irracional”.
b) Judicialización del kirchnerismo: con un Poder Judicial dispuesto a convertirse en el Grupo de Tareas del gobierno macrista lloverán las denuncias contra ex funcionarios “del antiguo régimen” a tontas y a locas, total lo importante no es la verdad sino el impacto mediático y la estigmatización del Otro, paso previo a la cosificación y a la negación de “humanidad” de ese Otro. Una vez cosificado, ese Otro puede ser insultado, violentado, encarcelado, desaparecido, asesinado.
c) Distintos niveles de Represión interna: Desde los despidos laborales, hasta amenazas, asaltos sospechosos, apagones informativos, censuras, despidos laborales, utilización de la Metropolitana como fuerza de choque, políticas de aprietes, espionajes, etcétera, como parte de un plan de corrimiento de todas las voces opositoras provenientes del kirchnerismo.
Esta, obviamente, es una hipótesis basada en algunos gestos y, también, nobleza obliga, en ciertos prejuicios propios de quien escribe estas líneas derivados de la memoria colectiva. El macrismo puede recostarse sobre su costado lúcido, entonces, apelará más a los estímulos colectivos e individuales –como hizo el menemismo, cabe reconocer- más que en los elementos represivos. Si lo hace podrá cumplir con esa fantasmagoría que proyectó durante los últimos años y que es el aporte de un “progresismo de derecha” a la democracia argentina. Pero para eso, Macri debe sacudir dos males de sus propias filas: el miedo, por un lado, y la concepción monista del Liberalismo Conservador argentino.
El politólogo e historiador Isaiah Berlin habla de dos tipos de concepciones filosóficas en la historia de las ideas de la humanidad: el monismo y el pluralismo. El primero, como se sabe, es la construcción de una única escala de valores basada en una única naturaleza humana, una sola racionalidad y un solo progreso. Esta idea moderna y prerromántica –en baja estima en la actualidad– supone que hay una sola forma de comprender al hombre. El segundo se basa sobre la posibilidad de que exista más de una escala de valores –sin alcanzar el relativismo absoluto–, más de una idea de felicidad humana, y duda de la racionalidad como único fundamento de acción política y de la existencia de una línea de progreso sin historicidades ni particularidades culturales.
El Liberalismo Conservador criollo, en cambio, a lo largo de su historia ha abrazado un peligroso monismo valorativo y teórico que lo ha anquilosado y convertido en un fosilizado armazón enunciativo. Desde Civilización o Barbarie, el conservadurismo autodenominado liberal ha construido una visión monista de la existencia humana: hay una sola línea civilizatoria, una sola forma de democracia, un solo proceso de progreso humano, una sola forma “apolítica” de hacer política.
Este liberalismo monista establece como única racionalidad la suya, con un solo sistema métrico posible sobre el bien y el mal, lo correcto, lo democrático, lo político, sin poder aceptar otro modelo de gestión de autoridad, de liderazgo, de representación democrática, de inversión de valores. Y ese monismo antiplural se llevó a las patadas con la Otredad y terminó haciendo del Otro un objeto de eliminación o de depósito en campos de concentración.
En su discurso de asunción, Macri apeló a la “unidad nacional”. El kirchnerismo, es cierto, apeló durante sus 12 años de gobierno a una mirada agonista de la Patria, que incluía cierta lógica maniquea, pero que reconocía al Otro, al menos como contendiente. El riesgo que corre el Macrismo es el de generar una “unidad”homogeneizadora, monista, represiva y negadora del Otro. Pero para eso debe dejar de sentir miedo. El que acalla al Otro no es el más fuerte, no es el que más autoridad tiene, es el que menos argumentos tiene y por eso debe hacer callar al Otro. El concierto de medios de comunicación oficialistas que hoy vuelven a dominar en la Argentina, con el Clarín de Héctor Magnetto a la cabeza, saben de esto. La democracia no se mancha.
Tiempo Argentino
¡YES, SIR! – ATILIO A. BORON
¡YES, SIR!
POR ATILIO A. BORON
Tal como se preveía, no habían transcurrido doce horas desde su victoria electoral cuando en conferencia de prensa Mauricio Macri ratificó su vocación de convertirse en un proxy de Washington en la región. En línea con los deseos de la Casa Blanca arremetió contra la República Bolivariana de Venezuela y confirmó que solicitaría la suspensión de ese país como miembro del Mercosur porque, según él, habría infringido la cláusula democrática al “perseguir a los opositores y no respetar la libertad de expresión”.
Derrocar al gobierno bolivariano es una vieja obsesión del gobierno de Estados Unidos, para cuyo efecto no ha reparado en límite o escrúpulo alguno. Hasta ahora su ofensiva sólo había encontrado un socio dispuesto a avanzar por ese escabroso sendero: el narcopolítico colombiano Álvaro Uribe. Juan M. Santos, que lo sucedió en el Palacio Nariño, no se prestó a tan peligroso juego. Es más, el conservador presidente colombiano no se ha cansado de agradecerle a Venezuela su colaboración en el proceso de paz en curso en La Habana. Macri parece ignorar estas sutilezas de la política internacional y ser un hombre temerario y de frágil memoria, combinación peligrosa si las hay. Habría que recordarle que la sumisión incondicional al imperio ya se practicó en la Argentina durante el menemato, con el nombre de “relaciones carnales”, y que este país pagó con sangre tamaña insensatez. No se entiende por qué habría de repetir ese desatino, salvo para dar cumplimiento a un acuerdo secreto con la Casa Blanca cuya contrapartida seguramente no tardaremos en conocer.
Macri parece no haber sido tampoco informado que el pasado 28 de Octubre la República Bolivariana fue reelegida para integrar el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. La Asamblea General de la organización aprobó esa resolución con 131 votos, sobre un total de 192 miembros. Formular las acusaciones que hizo Macri pasando por alto un dato tan significativo como este, que ratifica la presencia de Venezuela en un organismo en el cual participan países como Francia, Estados Unidos, Alemania y Japón, es por lo menos un acto de llamativa irresponsabilidad o una muestra de peligroso amauterismo en el manejo de las relaciones internacionales. ¿Cree acaso que los países del Mercosur van a acompañar su arrebato antibolivariano? ¿Ignora que las decisiones del Mercosur requieren el consenso de todos sus miembros? Para empezar, el canciller uruguayo Rodolfo Nin Novoa se apresuró a declarar que su país “no ve razón para aplicar la cláusula democrática a Venezuela en el Mercosur.” Y lo más probable es que el gobierno brasileño siga el mismo curso de acción, en cuyo caso las amenazas de Macri caerían producto de su inviabilidad política.
Volviendo al caso de los opositores políticos en Venezuela, ¿qué diría Macri si en los próximos días, siguiendo el ejemplo de Leopoldo López, Daniel Scioli hiciese público su desconocimiento del resultado electoral y poco después del 10 de diciembre intensificase esa campaña movilizando contactos internacionales e impulsando, cada vez con mayor fuerza acciones violentas exigiendo “la salida” extraconstitucional de un “gobierno ilegítimo” apelando a procedimientos vetados por la constitución y las leyes de la república? ¿Llamaría en tal hipotético caso a Scioli un “opositor político” o lo calificaría, en función de la normativa vigente, como un político incurso en el delito de sedición, que en este país tiene una pena que oscila entre los cinco y veinticinco años de prisión? La legislación venezolana es similar a la argentina y ambas a la de Estados Unidos, donde el delito tiene una penalidad que, en ciertos casos, llega hasta la prisión perpetua o la pena de muerte. En realidad López, cuya mujer estuvo la noche del domingo en los festejos del bunker de Cambiemos, no es un “disidente político” injustamente perseguido por el gobierno bolivariano. Es el cabecilla de un intento de alterar por la fuerza el orden constitucional vigente en su país y derrocar al gobierno surgido de elecciones en un sistema que el ex presidente de Estados Unidos Jimmy Carter dijo que era “más confiable y transparente que el nuestro.” Para ello contó con la colaboración de Uribe, para reclutar un numeroso grupo de mercenarios que camuflados como heroicos “jóvenes universitarios” luchaban valientemente para restaurar las libertades conculcadas en su país. Lanzados a las calles para impulsar “la salida” de Maduro y el derrumbe del orden institucional vigente hicieron uso de cuanta forma imaginable de violencia pueda existir, desde incendios de escuelas y guarderías infantiles hasta la destrucción de medios de transporte públicos y privados, combinado con ataques violentos a universidades y centros de salud, erección de “guarimbas” (barricadas desde las cuales se controlaban los movimientos de la población y se apaleaba o asesinaba impunemente a quienes osaran desafiar su prepotencia) y asesinatos varios. Como producto de estos desmanes murieron 43 personas, la mayoría de ellas simpatizantes chavistas o personal de las fuerzas de seguridad del estado. Tiempo después se descubrió que buena parte de los “guarimberos” eran paramilitares colombianos y que casi no había universitarios venezolanos involucrados en esos luctuosos acontecimientos. La justicia de la “dictadura chavista” lo condenó a una pena de 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de reclusión. Disconforme con la transición posfranquista en España, el 23 de Febrero de 1981 el teniente coronel Antonio Tejero Molina quiso también él alterar el orden constitucional tomando por asalto el Congreso de Diputados. En su cruzada restauradora el “tejerazo” no produjo ni una sola muerte ni hubo que lamentar pérdidas materiales de ningún tipo. Sin embargo, la justicia española lo sancionó con 30 años de prisión, expulsión del Ejército, pérdida de su grado militar e inhabilitación durante el tiempo de su condena. Nadie lo consideró un opositor político sino un militar sedicioso. Peor es el caso de López, por la mucha sangre derramada por su culpa y por la destrucción de bienes provocada por su apología de la violencia, pese a lo cual la sentencia de la justicia venezolana fue insólitamente benigna. Pero Macri no lo ve así y sigue considerándolo un opositor maltratado por un poder despótico. Mal comienzo en materia de política exterior. Y un paso preocupante en el intento de avanzar en el “reformateo” neoliberal del Mercosur, otra vieja ambición de Estados Unidos, para hacerlo confluir con la Alianza del Pacífico y la Unión Europea dominada por la Troika.
Buenos Aires, noviembre de 2015.
http://www.cronicon.net/paginas/edicanter/ediciones111/nota01.htm
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