SOBRE LA VIOLENCIA INSTITUCIONAL – Carta Abierta del exministro de la Corte Raúl Zaffaroni
En sólo 50 días de gestión, el gobierno macrista recibió críticas de diversos sectores. En este caso Raúl Zaffaroni mediante una carta nos hace reflexionar sobre nuestro presente y pasado.
Texto de la Carta Abierta
La situación del país es insólita, pero en modo alguno desesperante: el campo popular superó momentos mucho peores. Además, toda Latinoamérica sufre esta etapa avanzada del colonialismo corporativo. Por suerte, frente a las horribles tragedias de nuestros hermanos, hasta el presente no llevamos la peor parte ni mucho menos.
No obstante, no dramatizar no significa subestimar el panorama argentino actual, que es de caos institucional (gobierno por decretos-leyes, incluso en materia penal y tributaria; despidos masivos e indiscriminados de funcionarios; distribución centralizante de la coparticipación federal; designación de jueces supremos por decreto; clarísima usurpación de competencias del Congreso; amenaza a la autonomía del Ministerio Público; desbaratamiento del AFSCA; supresión de toda disidencia en los medios de comunicación; endeudamiento e inflación; devaluación acelerada del salario real; extorsión manifiesta al sindicalismo; y un largo etcétera).
El Poder Judicial complica más las cosas: los jueces cercanos al campo popular son estigmatizados como militantes ; los que consienten y legitiman el caos institucional, son los imparciales o políticamente impolutos. En poco tiempo se acentuará el desprestigio del Poder Judicial, cuyo grueso lo compone una masa silenciosa que, dentro de todo, hace bastante bien las cosas. Es muy posible que en el futuro sea el chivo expiatorio, sobre el que recaiga la totalidad de la responsabilidad de este caos institucional.
Si bien las cuestiones institucionales no provocan movilizaciones masivas, las tropelías institucionales preanuncian siempre atropellos de otro orden que, por otra parte, se advierten discursivamente sin tapujos. A este caos institucional se suma la torpeza política, con una tónica general que no puede menos que recordar la prepotencia de la revolución fusiladora. La prisión de Milagro Sala es ordenada por una justicia manipulada impúdicamente con tal grado de descaro, que ni siquiera al recordado Menem se le pudo achacar.
No se trata sino de una clarísima muestra de grosería política revanchista. Al escándalo de pretender que la protesta configura sedición, se suma el injustificado requerimiento previo de fuerzas federales que ha costado 43 vidas. (En perspectiva regional no es descabellado calcular 43 + 43 = 86, pues tanto a los normalistas de Ayotzinapa como a nuestros gendarmes los podemos poner a la cuenta de los virreinatos del colonialismo avanzado). El papelón internacional de la Argentina con este caso es considerable y nos afecta a todos los ciudadanos.
La exigencia transnacional de intervención de Fuerzas Armadas con pretexto de combate al narcotráfico, conforme a la experiencia regional, pone en riesgo la Defensa Nacional, pero implica también una intimidación pública, de la que forma parte el renacimiento de procedimientos policiales archivados hace años. Torpeza política, control de medios, movilización de fuerzas federales, riesgo para las Fuerzas Armadas de la Nación, intimidación pública, manipulación judicial y caos institucional generalizado, forman un cocktail de alto y peligroso poder embriagante, debilitante de frenos inhibitorios. Frente a esto, muchos ciudadanos –y en particular los más jóvenes- preguntan: ¿Qué podemos hacer? ¿Qué debemos hacer?
No soy la persona indicada para proporcionar esa respuesta, dado que no es jurídica ni institucional, sino política y, por ende, esa naturaleza indica que deben proporcionarla los políticos. Pero los políticos del campo popular aún están shockeados. No saben bien qué hicieron mal. Creo que no han hecho nada demasiado mal; quizá no admitieron que algunas tazas molestas se podían reacomodar en el armario. No contaron con la versión local de monopolio mediático propio de nuestra región (no tolerado por ninguna de las democracias del mundo desarrollado) y que, como parte de las corporaciones transnacionales, aprovecharía ese flanco para estafar a alguna gente, haciéndole creer que el cambio se limitaría a remover algunas tazas de una posición que les resultaba antipática. El error táctico fue no moverse con la rapidez necesaria para mostrar que no venían a cambiar de posición las tacitas, sino a romper el armario.
Pero nuestros políticos parece que comienzan a reaccionar, como crecientemente se les reclama; la reunión de gobernadores es prometedora. En breve volverán a ser protagónicos si dejan de pasarse facturas y postergan el internismo, que es el cáncer de los partidos del campo popular, como lo demuestra el espejo del radicalismo.
Sería suicida distraerse con el internismo y alejarse del Pueblo, pues pelearían por un armazón vacío: toda estrategia y táctica popular debe priorizar la respuesta al Pueblo. Pero en tanto terminen de salir del estupor y asuman la función natural de conducción y orientación, debe primar la prudencia. Nuestro Pueblo no está indefenso. La pretensión de una construcción mediática de realidad única, está condenada al fracaso. La tecnología comunicacional actual no es la de 1955 ni la de 1976. Además, no faltará en el propio campo mediático empresarial quien aproveche la demanda de al menos el 50% del mercado: si medio mercado (con perspectivas de aumentar) demanda galletitas, alguien las ofrece.
Las plazas no cesarán; en este caso no es verdad que la gente se cansa. Las cesantías masivas en la administración de miles de funcionarios, los convierte mecánicamente en militantes. Y dentro de escasos meses se sumarán las otras víctimas de este descalabro de concentración de riqueza y de crecimiento de lo único que harán crecer: el coeficiente de Gini, o sea la desigualdad social.
Esa militancia necesita conducción, orientación y también contención de los políticos, ante todo porque debemos cuidar la vida de nuestra gente. Deben conducir porque debe contenerse a cualquiera que se descontrole y detectar a los provocadores. Ni la menor violencia debe salir del campo popular, porque la están esperando para reprimir, y para la represión son todavía más torpes que en lo político, que es decir. No debe olvidarse que la violencia nunca fue propia del campo popular, sino de sus enemigos : los sucesivos virreinatos destrozaron la modesta vivienda de Yrigoyen, anularon la elecciones de Pueyrredón-Guido, fusilaron en las dictaduras de 1930 y 1955, derogaron una Constitución por bando militar, convocaron a una Constituyente sin Congreso, bombardearon la Ciudad de Buenos Aires y ametrallaron a los trabajadores, destituyeron jueces masivamente, sancionaron el decreto 4161, proscribieron partidos mayoritarios, impusieron penas validas del estado de sitio, anularon las elecciones de 1962, encarcelaron a presidentes electos por voto popular, sometieron civiles a juicios militares, asesinaron y desaparecieron a decenas de miles de personas, robaron bebés, se autoamnistiaron, y hoy provocan el caos institucional.
A toda costa se debe impedir cualquier pretexto que permita legitimar la represión. La protesta debe canalizarse orgánicamente, con conducción y contención, agotando todas las medidas legales, ocupando todos los espacios de libertad que tenemos por ley y Constitución. La lucha no violenta es de valientes, no de timoratos ni medrosos, porque no evita la violencia de los otros, sino que la deja en descubierto y los deslegitima y debilita. Se trata de la vieja técnica oriental: la defensa consiste en usar la fuerza del contrincante para debilitarlo.
Los defensores de la violencia suelen ironizar respecto de Gandhi, recordando que los ingleses victimizaron a miles de personas en la India, que luchaban pacíficamente. La idealización de la violencia, en la que se nos educa desde niños, les impide calcular el tiempo que hubiese durado y los millones que hubiesen perecido si la lucha por la independencia de la India hubiese sido violenta. ¿O se olvidan que los colonialismos son impiedosos? Pero la lucha contra el caos requiere orden y organización: La organización vence al tiempo, decía Perón. Es menester conducción y organización, para que todo ciudadano, dentro de sus posibilidades, se convierta en creativo, en pensador, en jurista, en difusor, en síntesis, en político. En breve serán pocos los que digan Yo no entiendo ni quiero saber de política. La política es el gobierno de la polis, y a poco andar -y por el camino que adopta este virreinato- todo ciudadano se dará cuenta de que quienes fomentan la antipolítica y se proclaman apolíticos, en realidad quieren ejercer el monopolio de la política, o sea, del gobierno; más que nunca su torpeza va mostrando una opción bien férrea : o nos gobernamos nosotros o nos gobiernan otros. Insisto en que no soy la persona indicada, pero de momento me permito sugerir:
(a) Nada de violencia.
(b) Ocupación de todos los espacios legales y constitucionales para reclamar, denunciar y protestar.
(c) No asumir ningún riesgo inútil.
(d) Reclamar de los políticos que despierten de su schock.
(e) Contención de quien se descontrole y separación urgente de los provocadores.
(f) Utilización de todos los espacios de comunicación.
(g) Postergación de todo internismo.
(h) Privilegio de la función de conducción y orientación popular.
(i) Generosidad con los errores ajenos y corrección de los propios.
(j) La fuerza se vence usando las neuronas, o sea, lo que a la fuerza le falta: la razón.
Hace muchos años, había un busto de Evita en la columnata de entrada al Cementerio de la Chacarita. La dictadura de 1955 lo retiró. El día de difuntos, la gente pasaba y cada uno dejaba una flor en el lugar en que había estado el busto, hasta que se formó una montaña de flores. Aprendamos la lección popular: enterremos la prepotencia del caos institucional bajo una montaña de flores.
Raúl Zaffaroni
Diario Registrado
DUELO MILITANTE
Néstor Kirchner murió y generó un acto de militancia
“Néstor no se murió… Néstor no se murió … Néstor está en las plazas, Junto a las madres, a mí y a vos”El pasado miércoles 27 de Octubre, decretado feriado con motivo del Censo Nacional 2010, me levante temprano, cosa rara en mi en día no laborable, con la intención de esperar al censista, como un acto de identificación con la necesidad de contribuir al éxito de la medida gubernamental tan denostada por los medios que inculcaban el miedo a abrir la puerta. No tuve que esperar nada, mi casa fue una de las primeras visitadas, así que a las 9:15 ya había cumplido.
Fue entonces que las letras catástrofe del canal de las tragedias me golpearon en forma impiadosa: “ha muerto Néstor Kirchner”. Tratando de consolar el llanto, mi incredulidad no entendía cómo, si estaba en Calafate para censarse, si tenía tanta fuerza. Pero era verdad. Ahí recordé una frase que siempre digo, para morirse solo hay que estar vivo.
Me había levantado esa mañana para embroncarme con los medios de siempre por la noticias tergiversadas que seguramente darían sobre el censo y me encontré con el dolor enorme que la pérdida de ese hombre que a partir de 2003 me dio esperanza y me ilusionó.
Luego el pueblo, volcándose en las plazas del país, porque no fue solamente en Plaza de Mayo, donde por la distancia y el tener que trabajar la gran mayoría no pudimos ir. Se vio en todos lados el mismo sentimiento, el profundo dolor por la pérdida y el anhelo de continuar por el camino que Néstor impulsó.
Las frases mas escuchadas fueron “gracias Néstor” y “fuerza Cristina”. ¿Que significa esto en medio de tanto dolor expresado, tanto llanto volcado y tanto contenido por muchos que, como dice el tango, quisimos hacer realidad eso de “no me vas a ver tirado como vos te imaginas”?. Pero la sorpresa de todos fue que el dolor se transformó en militancia activa, ese “fuerza Cristina” significa “no aflojes”, “profundizá el modelo”. Se vio a muchos jóvenes copando las plazas y calles del país. Ya Néstor hace tiempo venia pregonando la necesidad de la militancia. Ese pueblo que brotó de las baldosas, que estaba invisibilizado ofreció un mensaje de disponibilidad para defender el modelo nacional y popular, la gran mayoría no militan, es mas muchos ni siquiera votaron por Néstor.
El dolor y el llanto se transformó en un acto militante, un acto militante con un único contenido: continuar con el camino que inició Kirchner. Pero esa masa humedecida por las lágrimas de los ojos de miles y por el cielo que se sumó, carece de formación política, salió a defender su derecho a un futuro digno en lo personal y en lo colectivo.
La tarea y debe ser un compromiso, es la formación de cuadros. Para eso hay que acercarlos a la militancia, solo un militante formado es capaz de asumir el desafío. Muchos demostraron su voluntad saliendo a las calles. La muerte del compañero Kirchner nos enfrenta una vez mas a la dura realidad que los lideres trascendentales del movimiento nacional son humanos y como tal, efímeros.
Se ha dicho mucho desde diversos sectores sobre la necesidad de unirse a la pelea militante y se ha pedido que se haga desde cualquier lugar político o ideológico. Esto es también otra mentira tendiente a restar, porque aquel que se considere comprometido con la causa nacional solo puede involucrarse desde el lugar que impulse ese camino y ese lugar no puede ocuparlo el sector comprometido con la reacción ni aquel que disfrazado de popular bajo el mote de “progresista” es nada más que la oposición a su majestad, es cosmética para que nada cambie
Es temprano para sacar conclusiones, pero es momento de vigilia. Estamos acostumbrados, desgraciadamente, al accionar de los poderosos y traidores, de afuera del movimiento y también de adentro. Por eso la conveniencia de la formación de cuadros militantes, que de la noche a la mañana, cuando sea necesario, sin llamados, sin convocatorias, inunde las plazas ante los hechos que sin duda generará el poder económico y los políticos adictos y cipayos de la oposición. Pero cuidado, conocemos muchas traiciones, no solo de Cobos. Cuando decía de la necesidad de la vigilia, en realidad me refería fundamentalmente a estar atentos al interior de nuestras fuerzas, no vaya a ser cosa que algunos ya empiecen a reunirse con los enemigos, con Héctor Méndez por ejemplo, o con Biolcatti, y terminen pactando No se trata hoy de treguas ni nada que se le parezca, se trata de articular políticas, de continuar en el camino, sin debilidades, el enemigo no perdona, está al acecho para destruir todo lo logrado.
Néstor y Cristina militaron en épocas de cuadros militantes sumamente formados en la historia y el debate político e ideológico, era la generación que actuó en los 70, aquella que tantos enemigos denostan y quieren desterrar de la Argentina. Ellos no se equivocan, quieren el olvido de los 70 por una razón muy simple, solo la militancia organizada, formada y dispuesta a defender el modelo nacional y popular es el reaseguro de la vigencia de la justicia social
En los próximos días y semanas, tendremos oportunidad de visualizar un poco más claro el panorama. Algunas señales me parecen positivas, ver a la presidenta fuerte, segura, da confianza, otras no fueron tal, como alguno hablando de dar tiempo a la discusión del proyecto de distribución en las ganancias. La muerte temprana, inesperada o no, hizo fluir de la nada a los convencidos, a los militantes y a los que vieron peligrar las conquistas y el futuro. Los cuadros formados políticamente saldrían hoy a hacerse oír y exigir ninguna tregua o cosa que se le parezca. La 125 y el 28 de Junio de 2009, fueron aprendizajes. La presidenta no pactó, profundizo el modelo, sacó la ley de medios, la asignación universal, etc., llenó de contradicciones al mundo de los políticos obedientes del régimen neoliberal. Hoy se exige la profundización de las medidas de justicia e igualdad y la imperiosa necesidad de la formación de cuadros. Desde la calle, desde el pueblo, desde las fábricas, desde las escuelas, las universidades, desde el trabajo, debemos ofrecer nuestra militancia, debiendo ofrecer nuestra mente y cuerpo.
Cuando muere un héroe se transforma en mito y como tal en bandera, este puede ser el caso del compañero Kirchner, pero no debe quedar en el significativo estandarte de marchas o manifestaciones, sino transformarse en la herramienta de motivación de la pelea que el encaró, sin vueltas, sin marcha atrás,
Cristina debe escuchar nuestro apoyo, pero las palabras no bastan, la acción es imprescindible, ella es el símbolo de la transformación, es la que se animó contra la reacción oligárquica, es la que merece y justifica la confianza popular. Hoy, con Cristina, con la bandera de Néstor, NO PASARAN debe ser el compromiso
Javier Fernández
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