La democracia no se mancha – Hernán Brienza
Un país normal? La semana que culminó ha sido histórica, sin dudas. Apasionada y apasionante, contradictoria, confusa, profusa, estrambótica, aparatosa y original. Puede añadirse cualquier tipo de adjetivos, pero lo que no ha podido encajar es la conjugación del sustantivo “país” con el adjetivo “normal”. Por primera vez en la historia argentina, un presidente se va respaldado por cientos de miles de sus partidarios en una multitudinaria plaza. Por primera vez, la justicia “destituye” 12 horas antes al titular del Poder Ejecutivo a través de funcionarios militantes del presidente entrante y, al mismo tiempo, un primer mandatario asume procesado por la justicia. No se trata de un país normal ni mucho menos.
El desencuentro entre Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri –todo desencuentro es siempre de a dos, más allá de las razones que le asistan a uno u a otro (y lo cierto es que ambos tienen razones que los asisten)- concluyó en una fiesta de a Uno (el macrismo entrante) sin poder incluir al Otro (el kirchnerismo saliente). Las dos Argentinas no pudieron encontrarse y ambas Argentinas son responsables de esa imposibilidad. Pero, además, ese desencuentro evidencia la debilidad simbólica intrínseca del presidente Macri. Un verdadero ganador, un triunfante “sano”, virtuoso, no escatima el placer de ver a su oponente simbólicamente derrotado ofrecer los atributos conquistados. La victoria desequilibra la balanza, y por lo tanto ofrece a quien gana la ventaja de poder tener actos de supuesta grandeza y magnanimidad con quien ha dejado el gobierno. ¿Por qué Macri no pudo tener ese gesto de displicencia y de respeto a su propia dignidad?
A pocos días del estreno mundial de la séptima entrega de la saga de La Guerra de las Galaxias, bien vale la pena recordar las sabias palabras del Maestro Yoda: “El miedo es la entrada al Lado Oscuro de la Fuerza”. Macri no evidenció decisión, fortaleza, autoridad, con el affaire traspaso, sino miedo. O debilidad. Para poder asumir, necesitó borrar al Otro. El kirchnerismo debía desaparecer de las calles, de los escaños del Congreso -remplazados sus diputados por legisladores truchos para que no se notaran los espacios vacíos- y de los actos institucionales. Bueno, el kirchnerismo debe desaparecer, bien podría ser la consigna de los nuevos tiempos y, sobre todo, del andamiaje político-mediático-judicial ¿monitoreado por la CIA? para la región. (Digresión: Preocupante la denuncia de Diosdado Cabello, presidente del Parlamento Venezolano quien acusó directamente a la canciller argentina Susana Malcorra de pertenecer directamente a la Agencia de Inteligencia Americana).
Si uno analiza los primeros movimientos políticos, judiciales y mediáticos todo está dirigido a la supresión de ese elemento molesto y disruptivo en el mapa de poder en la Argentina. El kirchnerismo, al igual que el Yrigoyenismo y el Peronismo, es aquello que no permite la restauración del “país normal”, es decir, de esa Nación conservadora organizada por Bartolomé Mitre en 1862 y reorganizada por el tándem Revolución Libertadora-Dictadura Militar de 1976. Si el Macrismo se equivoca y en vez de llevar adelante una política de integración lúcida, decide “aniquilar” al Otro, utilizará, como nuevo representante del Liberalismo Conservador, para intentar que las mayorías olviden a esa interrupción dislocadora que significó el proceso de estos últimos 12 años, posiblemente, las siguiente herramientas:
a) Manicomialización de Cristina Fernández de Kirchner. Se sabe que cuando el poder encuentra como elemento desafiante a una mujer la primera respuesta que tiene para desacreditarla es la acusación de “locura” para acallar esas voces. “Brujas”, “fanáticas” o “locas” son las mujeres que desafiaron, a lo largo de la historia, al poder. Desde Juana de Arco a las Madres de Plaza de Mayo existe una larga lista de operaciones culturales similares. Cristina será la jugadora “irracional”.
b) Judicialización del kirchnerismo: con un Poder Judicial dispuesto a convertirse en el Grupo de Tareas del gobierno macrista lloverán las denuncias contra ex funcionarios “del antiguo régimen” a tontas y a locas, total lo importante no es la verdad sino el impacto mediático y la estigmatización del Otro, paso previo a la cosificación y a la negación de “humanidad” de ese Otro. Una vez cosificado, ese Otro puede ser insultado, violentado, encarcelado, desaparecido, asesinado.
c) Distintos niveles de Represión interna: Desde los despidos laborales, hasta amenazas, asaltos sospechosos, apagones informativos, censuras, despidos laborales, utilización de la Metropolitana como fuerza de choque, políticas de aprietes, espionajes, etcétera, como parte de un plan de corrimiento de todas las voces opositoras provenientes del kirchnerismo.
Esta, obviamente, es una hipótesis basada en algunos gestos y, también, nobleza obliga, en ciertos prejuicios propios de quien escribe estas líneas derivados de la memoria colectiva. El macrismo puede recostarse sobre su costado lúcido, entonces, apelará más a los estímulos colectivos e individuales –como hizo el menemismo, cabe reconocer- más que en los elementos represivos. Si lo hace podrá cumplir con esa fantasmagoría que proyectó durante los últimos años y que es el aporte de un “progresismo de derecha” a la democracia argentina. Pero para eso, Macri debe sacudir dos males de sus propias filas: el miedo, por un lado, y la concepción monista del Liberalismo Conservador argentino.
El politólogo e historiador Isaiah Berlin habla de dos tipos de concepciones filosóficas en la historia de las ideas de la humanidad: el monismo y el pluralismo. El primero, como se sabe, es la construcción de una única escala de valores basada en una única naturaleza humana, una sola racionalidad y un solo progreso. Esta idea moderna y prerromántica –en baja estima en la actualidad– supone que hay una sola forma de comprender al hombre. El segundo se basa sobre la posibilidad de que exista más de una escala de valores –sin alcanzar el relativismo absoluto–, más de una idea de felicidad humana, y duda de la racionalidad como único fundamento de acción política y de la existencia de una línea de progreso sin historicidades ni particularidades culturales.
El Liberalismo Conservador criollo, en cambio, a lo largo de su historia ha abrazado un peligroso monismo valorativo y teórico que lo ha anquilosado y convertido en un fosilizado armazón enunciativo. Desde Civilización o Barbarie, el conservadurismo autodenominado liberal ha construido una visión monista de la existencia humana: hay una sola línea civilizatoria, una sola forma de democracia, un solo proceso de progreso humano, una sola forma “apolítica” de hacer política.
Este liberalismo monista establece como única racionalidad la suya, con un solo sistema métrico posible sobre el bien y el mal, lo correcto, lo democrático, lo político, sin poder aceptar otro modelo de gestión de autoridad, de liderazgo, de representación democrática, de inversión de valores. Y ese monismo antiplural se llevó a las patadas con la Otredad y terminó haciendo del Otro un objeto de eliminación o de depósito en campos de concentración.
En su discurso de asunción, Macri apeló a la “unidad nacional”. El kirchnerismo, es cierto, apeló durante sus 12 años de gobierno a una mirada agonista de la Patria, que incluía cierta lógica maniquea, pero que reconocía al Otro, al menos como contendiente. El riesgo que corre el Macrismo es el de generar una “unidad”homogeneizadora, monista, represiva y negadora del Otro. Pero para eso debe dejar de sentir miedo. El que acalla al Otro no es el más fuerte, no es el que más autoridad tiene, es el que menos argumentos tiene y por eso debe hacer callar al Otro. El concierto de medios de comunicación oficialistas que hoy vuelven a dominar en la Argentina, con el Clarín de Héctor Magnetto a la cabeza, saben de esto. La democracia no se mancha.
Tiempo Argentino
En pos de una verdadera república – Osvaldo Bayer
La honra. Ver cómo siempre triunfa la verdad en la historia. Se podrá mentir, se podrá ocultar, se podrá disfrazar de héroes a los misioneros de la muerte, pero llega el tiempo que queda todo al desnudo y ahí está, el triunfo de la Etica sobre los intereses económicos, sobre el uso omnímodo del poder. La vida sobre la muerte. Y es lo que acaba de ocurrir en El Calafate, ese paraíso sureño. Allí, ante la tumba masiva de los peones fusilados por el Ejército Argentino en diciembre de 1921, se hizo un acto donde primó el calor popular y la sabiduría de la Historia. Un acto inolvidable. Del silencio de décadas, a ese concurrir del pueblo a recordar un hecho que nos tiene que avergonzar a todos los argentinos. Con el agravante de que ocurrió no bajo una dictadura militar sino durante el gobierno del presidente radical Hipólito Yrigoyen.
En el acto participaron historiadores locales, cantores populares, el cura del lugar, el intendente de El Calafate, maestros, estudiantes, representantes de los pobladores originarios y pueblo, auténtico pueblo. Hubo emoción cuando los oradores recordamos la crueldad con que actuó el 10 de Caballería contra las peonadas. Allí, enfrente del cenotafio, se extiende la estancia La Anita, de Federico Braun, donde se hallan las tumbas masivas. Al finalizar el acto se hizo un asado para el público y todos estuvimos conversando sobre la injusticia cometida hace noventa años. Con niños, con estudiantes, con docentes, con trabajadores rurales, con vecinos de El Calafate, de Río Gallegos, hasta llegó un grupo juvenil de investigación histórica de Puerto Deseado que ha iniciado un estudio profundo del pasado de ese lugar y las repercusiones de las huelgas del campo de 1921-22 en esa zona. Ahí se dieron a conocer los planes de la Comisión por la Memoria de El Calafate, y se piensa solicitar al estanciero Federico Braun que se permita que el monumento recordativo se sitúe directamente donde se hallan las tumbas masivas de los peones fusilados. Y hay más planes, cargados de imaginación reivindicativa.
Lo que se prohibió o se silenció durante tantas décadas ahora está allí, permanente, el recuerdo. Es un principio de llevar a cabo la historia justiciera, la verdad de los hechos, y resaltar el nombre de los culpables, de aquel congreso nacional cuya mayoría radical se calló la boca y no permitió ninguna investigación y de un ejército que pasó a ser de liberador de pueblos con el pensamiento de Mayo a fusilador de obreros y más tarde a desaparecedor de personas y autores del robo de niños.
Un paso adelante. Por eso, nos parece bien el recuerdo de la Vuelta de Obligado, pero también deberíase recordar oficialmente, en el orden nacional, esta fecha de diciembre. No para corrernos a las playas o a “descansar”, sino para preguntarnos “qué nos pasó a los argentinos” para, después de ese pensamiento de Mayo, llegar ciento diez años después a los despiadados fusilamientos de peones rurales que salieron a pedir un poco de dignidad frente a las explotación de los latifundistas.
Pero en nuestro país siguen ocurriendo sucesos que nos demuestran que hay personas a las que no les importan estas enseñanzas de la historia. Por ejemplo, nos avergüenza lo ocurrido en Villa Soldati, en Formosa, y en tantos otros lugares donde se reprimió salvajemente al pueblo sin tener en cuenta que a los problemas hay que resolverlos de raíz. Por ejemplo, mientras no haya techos dignos para las familias, siempre habrá problemas; mientras no haya trabajo para los desocupados, siempre habrá violencia. Y al fin y al cabo, los hechos nos están diciendo que sólo cuando hay violencia de abajo para llamar la atención a los dueños del poder, entonces sí, empiezan las conversaciones para solucionar esos problemas que hasta ese momento habían sido negados. No se soluciona diciendo que los bolivianos tienen la culpa. Basta ver cómo estaba el llamado Parque Indoamericano. Qué parque si no es más que un enorme terreno baldío con basura y pozos. ¿Qué hicieron hasta ahora las llamadas autoridades de la Ciudad de Buenos Aires? En el barrio de Belgrano, donde vivo, recuerdo lo que era la placita Alberti, una manzana entre las calles que antes se llamaban Guanacache y Nahuel Huapi. Cuando yo era pibe estaba todo lleno de flores, verdes plantas y un césped maravilloso. Era un lujo sentarse en esos bancos de plaza, correr por los senderos y mirar todo esos colores. Ahora, la plaza es pura tierra y polvo, ya no hay más césped ni plantas. No se gasta un céntimo en cuidar ese pulmón verde en medio del barrio. Para qué –se pregunta uno– están las llamadas autoridades de la ciudad sino para observar estos bienes comunes entre los que están los más sagrado de una democracia: el derecho a una vivienda digna principalmente de las familias con hijos, esos hijos que son el futuro y no deben jamás crecer en un clima de violencias. Ese es el deber primordial de la democracia. Esperemos que aprendan, luego de los hechos sangrientos que nos han conmovido a todos y de los cuales la Justicia tiene que juzgar a quiénes han sido los culpables de crear ese estado de cosas y los responsables de cuidar los sagrados derechos de todos los ciudadanos, sean ricos o pobres, bolivianos o paraguayos. Recordemos a nuestros Libertadores, señoras y señores autoridades, que marcharon a liberar a los pueblos americanos sin encerrarse en el egoísta racismo de los pequeños, los que creen en fronteras.
Y mencionamos a la Justicia. Acaba de ocurrir un hecho que nos llenó de alegría y orgullo. La actitud del juez Raúl Zaffaroni, miembro de la Corte Suprema de la Nación, ante el preso político Roberto Martino, quien se hallaba en huelga de hambre en protesta por la más que injusta prisión por su protesta frente a la embajada de Israel. El juez Zaffaroni no miró despectivamente desde el trono jurídico al prisionero. Sino que fue a visitarlo a su celda carcelaria. Y le aseguró que cuando su causa llegue a la Corte Suprema hará todo lo que esté a su alcance para respetar los principios constitucionales que nos rigen. ¿Quién ha sido capaz de hacer esto en nuestro país? No, todos se refugian en la “importancia” de su cargo, o en los principios burocráticos de las cadenas de instituciones jurídicas para desentenderse del problema eminentemente humano de la causa “Martino” por la cual están luchando desde largo tiempo las organizaciones de derechos humanos. Hasta ahora, nuestra Justicia se comportó igual que la justicia de Estados Unidos con la prisión de los cinco cubanos, un hecho de una crueldad pocas veces vista en la historia de la justicia mundial. Y el juez Zaffaroni “bajó” hasta la humilde celda del preso político para darle la seguridad de que cuando a él le toque actuar hará sonar la voz de la honestidad, que debe ser el principio de esa palabra con mayúscula que se llama “Justicia”. Zaffaroni, un juez que nunca miró para otro lado, sino que estudió siempre a fondo cómo actuar en una sociedad que se dice democrática y justa pero que muestra síntomas graves de no haber aprendido todavía de la tortuosa historia de estos doscientos años argentinos. Vemos nuestra realidad: los políticos ladrones de la década del noventa, libres; pero un civil que hace uso de la protesta democrática en la calle, preso desde hace inmensos meses.
Este acto de este miembro de la Corte Suprema (vaya ese título de “suprema”) nos llena de optimismo. Mientras haya jueces con esa grandeza de sentimientos y ese coraje civil frente a cinismos o soluciones bizantinas que siempre favorecen al poderoso podemos tener fe en el futuro de nuestra República. Sí, lograr alguna vez poner en mayúscula ese término: República.
Y para terminar este deambular difícil, otra inmensa alegría. Que el docente Enrique Samar haya logrado triunfar en su lucha de años: que se haya cambiado el nombre de la plaza Virreyes por el del máximo libertador de la época colonial: Túpac Amaru. La dictadura de la desaparición de personas le había cambiado el nombre de Plaza Armenia por el de –nada menos– Plaza Virreyes. Un homenaje a los representantes del coloniaje con la esclavitud y la sumisión al “rey católico de España”. Samar, director de una escuela de esta capital, se jugó entero para terminar con esa ignominia. Y triunfó. Ahora la plaza recordará a quien sufrió la muerte más cruel en manos de los conquistadores europeos. Un paso más –esta vez simbólico pero pleno de fuerza– hacia la verdadera república.
Página 12
Perú: Indígenas latinoamericanos impulsan juicio internacional contra Alan García
07-06-2009
Tras las violentas acciones policiales regristradas el viernes en la Amazonia peruana, en la que murieron al menos 40 nativos, la Coordinadora Andina de las Organizaciones Indígenas (CAOI) impulsa la realización de un juicio internacional contra el mandatario peruano Alan García por genocidio.
“Impulsar el juicio internacional a Alan García Pérez y su gobierno, por su entreguismo y la represión”, es la demanda que anunció llevar a cabo la CAOI.
En un contacto telefónico, colaborador de teleSUR en la localidad de Baguas (norte), Jeinner Cubas, informó el fallecimiento de 40 nativos. Por su parte, el Gobierno peruano no ha ofrecido en ningún momento cifras de la muerte de los indígenas, pero si ha reportado la defunción de una decena de funcionarios policiales.
“El gobierno aprista de Alan García Pérez ha desatado una represión sangrienta en la Amazonía Peruana la madrugada de hoy”, expresa la CAOI, en referencia a los hechos violentos contra indígenas que se iniciaron a primeras horas del viernes, cuando una concentración de los aborígenes fue atacada por aire y tierra en la zona de la Curva del Diablo, de la Amazonia Peruana, según reportes.
El colaborador de teleSUR, Jeinner Cubas, denunció el viernes que las autoridades peruanas no permiten el acceso de los representantes de los medios de comunicación a esta zona, lo que dificulta tener acceso a la información y obtener detalles sobre los hechos que se desarrollan en este lugar.
Las acciones contra los indígenas peruanos fueron consideradas por la CAOI como “la respuesta dictatorial luego de 56 días de lucha pacífica indígena y de supuestos diálogos y negociaciones, que terminan en las balas de siempre, las mismas de más de 500 años de opresión”.
La CAOI representa a los nativos pertenecientes a Bolivia, Perú, Ecuador, Chile, Colombia y Argentina.
Desde el pasado nueve de abril, los nativos se mantienen en protesta para luchar no sólo por la derogación de unos decretos, sino “para defender un modelo de vida”, según ha manifestado el líder indígena, Alberto Pizango.
Entre los reglamentos que rechazan cerca de 60 etnias amazónicas, está la nueva Ley Forestal y de Fauna Silvestre y la Ley de Recursos Hídricos.
Los nativos han insistido en que estas legislaciones vulneran sus derechos a la propiedad y el control sobre sus propios recursos naturales. También se oponen a a los tratados de libre comercio con Estados Unidos y Chile.
La Coordinadora Andina de las Organizaciones Indígenas (CAOI), convocó a todas las organizaciones y pueblos del mundo a solidarizarse con los pueblos amazónicos peruanos, con la realización de “plantones ante las embajadas del Perú en todos los países, todos los días, hasta que se detenga el baño de sangre y se deroguen los decretos legislativos del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos”.
De igual manera la CAOI hizo un llamdo a las organizaciones indígenas, movimientos sociales y organizaciones de derechos humanos de todo el mundo, a tomar acciones concretas.
“Cartas al gobierno peruano, al Relator Especial de las Naciones Unidas para Pueblos Indígenas, a Amnistía Internacional, Survival International, a los Premios Nóbel de la Paz, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Organización Internacional del Trabajo (Convenio 169), para que envíen de inmediato misiones al Perú, para detener esta violencia y se respeten los derechos indígenas”.”Hay que detener la masacre”, afirma la Coordinadora
http://www.telesurtv.net/noticias/secciones/nota/51497-NN/indigenas-latinoamericanos-impulsan-juicio-internacional-contra-alan-garcia/
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