America Latina Unida

Mi selecciòn de temas vinculados a Argentina y a la Patria Grande.

América llora a Mario Benedetti…


Eduardo Galeano: «Sobre Benedetti, el dolor se dice callando»

La Jiribilla

Todas las palabras que ha dicho y escrito en su vida Eduardo Galeano no le alcanzaron hoy para expresar su dolor por la muerte de Mario Benedetti.

«¿Qué puedo decir?», dijo el autor de Las venas abiertas de América Latina, la voz entrecortada, cuando se le interrogó sobre la impresión que le había causado el deceso de aquel grande de la literatura uruguaya e hispanoamericana.

«Benedetti» significa «benditos» en italiano, y lo único que puedo decir es eso: Benditos los hombres y mujeres generosos como él, apenas acertó a decir Galeano.

Parece una contradicción que no pueda usted, un maestro del lenguaje, encontrar las palabras para expresarlo (el dolor por la muerte de Benedetti) -insistieron los periodistas.

No -respondió Galeano-, porque yo no solo soy enemigo de la inflación monetaria, sino también de la inflación «palabraria». Y me parece que el dolor se dice callando.

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A Mario Benedetti: propuestas

Joseba Macías

Ocurre, Mario, que este martes diecinueve de mayo prolonga el lunes dieciocho y, sí, al abrir los ojos hemos confirmado, entre pellizcos y despertadores, tu cambio de oficina. Por eso proponemos tres días de duelo en el alma y la suspensión temporal de los paseos nocturnos por los jardines botánicos. Simple declaración de intenciones éticas ahora que tu hermano cuerpo de compromiso nos ha dejado tras trabajar a músculo y a estómago y a nervios y a riñones y a bronquios y a diafragma. Quiero decir, claro, a corazón abierto.

Cuando hace ya unos cuantos años nos regalaste para la eternidad aquel edicto maravilloso de que “uno no siempre hace lo que quiere pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere”, sonreímos al unísono porque entendimos por fin que sí, que los árboles son siempre solidarios y que los seres humanos seguimos en proceso de adaptación terrenal. Sueños de vals y de tango, Mario, para un futuro que se acerca despacio, despacio. Pero viene. Claro que viene. No sé todavía si será desde ahí abajo donde hombres y mujeres como tú siguen aprovechando el sol y los eclipses o desde aquí arriba donde las cuentas no les salen y toman pastillitas a destajo al ver que los muros se desmoronan. Pero viene. Claro que viene. Mero cálculo de probabilidades poéticas sin dioses ni fantasmas, sin nubes ni zapatos.

Hoy, Mario, quisiéramos llamar finalmente a la huelga general de tres meses (innegociables) para releer sin pausas ni plusvalías tus cuentos y tus novelas, tus versos y tus canciones, tus crónicas y tus ensayos por las plazas, estadios, selvas, islas y desiertos del mundo. Simple cuestión de defender la alegría. Y de seguir comprobando, como nos recomendaste, que en la calle codo a codo somos mucho más que dos.

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Un café por Mario Benedetti

Edgar Borges

El lunes 18 de mayo me invité un café para pensar en la no muerte de Mario Benedetti. Deseaba entregarme en pensamiento al recuerdo del poeta que comprometió su palabra con la vida. Mi idea era estar solo (más allá de las sensibilidades mediáticas), quería alejarme del mundo prefabricado y de las obligaciones que me hacen estar atado a sus circunstancias; así fuese por un día, o una mañana. Tal vez hasta me hubiese conformado con una minuto de serena existencia.
Mi utopía llegó a tanto que me ilusioné con la posibilidad de que, cuando me levantara de la mesa, la realidad estuviera más cercana a la poesía. Deseaba reconocer la utilidad de la palabra en la calle, en las formas, en los fondos; en la convivencia del segundo a segundo. Y permanecí mucho tiempo contemplando el café, temeroso de que toda la belleza sólo fuese posible en la poesía de seres como Benedetti.
El poeta sabía que la belleza jamás podría influir en las decisiones políticas, pero, como buen utopista, decía que los poetas “sí llegan al ciudadano de a pie, y a veces sirven para esclarecer una duda, para dar una tímida respuesta a una pregunta que tiene alguien”. Y todo era parte de su “Táctica y estrategia”, de su eterno compromiso con el ser humano (y la puesta en práctica de la vida en beneficio de la vida).
La vida (en sociedad) era muy dura en los tiempos cuando Benedetti padeció los rigores de la dictadura; sin embargo, lo siguió siendo después, mucho después, cuando la democracia mejoró la forma pero no el fondo; y también ahora: en este instante que se presume como el más moderno de todos los instantes. En nombre de Benedetti he querido pasar toda una mañana en un café, alejado de una realidad que cada día se parece menos a la poesía. Sabía que me estaba engañando. ¿Quién dijo que el mundo era lugar para poetas? O como una vez dijo Bolaño “la vida (a veces) es una mierda”. La realidad social es la realidad social y Benedetti es Benedetti (y la poesía).
El capitalismo nos ha hecho cínicos, duros, mezquinos. He ahí el difícil obstáculo que hace peso sobre nuestra existencia. ¿Cómo no terminar siendo piedras en momentos de dureza? He ahí la urgencia de la poesía de Mario Benedetti. No se trata de sutilezas discursivas ni mucho menos de paseos ocasionales del alma. No, mil veces no. La poesía (y Benedetti), más que un adorno, es un estorbo a la consumación de la dureza. Y por ello, desde siempre, nos la quieren robar.
No es cuento: cada vez somos menos humanos. Y Benedetti, con su palabra armada (en eterno presente), convoca a la resistencia del espíritu. Lo difícil no es protestar el fascismo político, lo complejo es oponerse al fascismo ciudadano. Pero hay que hacerlo. La palabra de Benedetti nos ubica ante un dilema milenario: ser bestias o asumirnos humanos. Y si decidimos abrir la segunda puerta: hay que comprometerse a cambiar la vida diaria, con sus formas y fondos; en el tránsito cotidiano, en los recorridos imperceptibles, en el respeto (y comprensión) al otro.
Lo reitero: hoy he decidido permanecer contemplando (en la memoria) la poesía de Mario Benedetti.

19/05/2009 Posted by | Arte, Poemas de Autor, Politica Latinoamerica, Sociedad y Cultura, Uncategorized | , , , , , , , , , | 2 comentarios

Ciudad de Buenos Aires: Cómo va a estar buena Buenos Aires, sin proyectos de viviendas?


En Buenos Aires, medio millón de personas no tiene vivienda

El déficit habitacional no sólo afecta a los porteños sin techo. Los planes de vivienda social “están todos parados”, advirtió un legislador. No avanzan la urbanización en villas ni las obras de las cooperativas.

05-05-2009 | 06:20 hs.

Autor: · Fuente: Página/12

“El déficit habitacional en la ciudad de Buenos Aires alcanza a unas 500 mil personas”, le dijo a Página/12 el legislador porteño Facundo Di Filippo (Coalición Cívica), quien aclaró que sólo se incluye en la cifra “a los casos más graves”, entre ellos los de las personas en situación de calle o los que viven en barrios carenciados. Di Filippo sostuvo que, además del problema de los sin techo –cuyo número se duplicó en el último año, tal como informó ayer este diario–, también “es preocupante el de los planes oficiales de viviendas, que están todos parados, incluyendo los que están llevando a cabo 108 cooperativas de vecinos de la ciudad”. Los dichos del legislador fueron confirmados por el Movimiento de Ocupantes e Inquilinos (MOI) y por abogados que representan a las familias del barrio Fátima, de Villa Soldati, que le reclaman al Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC) que adjudique “a sus legítimos dueños” cien viviendas que hace quince días desataron una batalla campal.

Di Filippo afirmó que a los sin techo “la única alternativa que les ofrece el gobierno porteño son los paradores que están siendo reparados, porque estaban en condiciones desastrosas”. Si la gente acepta ir allí, “la familia tiene que dividirse, porque hay un solo parador (el Azucena Villaflor, de Piedras 1583) preparado para recibir mujeres y niños”. En el caso de una familia, los hombres que la componen tienen que ir a otro lugar. En los paradores “la gente puede entrar desde las seis de la tarde y retirarse a las ocho de la mañana del día siguiente. Si son personas que trabajan y que salen temprano de sus empleos, tienen que esperar horas para acceder a un lugar donde tienen cama, baño y una comida”.

La situación se agrava porque los programas de vivienda social “están todos parados”, como consecuencia del recorte presupuestario que sufrieron tanto el IVC como la Corporación del Sur. “De los 519 millones que se habían aprobado para el IVC en el año en curso, se produjo una disminución de 400 millones de pesos, lo que deja una cifra menor a los 200 millones. Al mismo tiempo, el presupuesto de la Corporación se redujo en un 50 por ciento y eso está frenando todas las obras previstas en las villas”.

Los proyectos en marcha “están todos parados o directamente fueron modificados en forma drástica, entre ellos el hospital que se iba a hacer en Villa Lugano. El propio (Mauricio) Macri, cuando se refirió a los planes de salud en su discurso inaugural de las sesiones ordinarias (en la Legislatura), bajó las expectativas de los vecinos y habló no ya de un ‘hospital’, sino de ‘un centro de salud’.” En el barrio Piedrabuena, de Lugano, “se pararon los trabajos de reparación y los vecinos, este año, van a seguir sin gas durante todo el invierno”.

Di Filippo, luego de aclarar que “no hay datos oficiales sobre el déficit habitacional”, estimó que “del trabajo realizado por ONG surge que la emergencia habitacional alcanza a 500 mil personas y sólo se habla de los que viven en la calle o en pensiones, inquilinatos, casas tomadas, asentamientos o en villas. No hablamos de las personas de clase media cuya familia se agrandó, porque los hijos se casaron y se fueron a vivir con sus padres porque no tienen medios para alquilar o comprar por su cuenta. La clase media de la ciudad a veces se queja porque hay planes para los más pobres y no para ellos. Hoy, no hay planes para nadie”.

La abogada Natalia Belmont representa a los vecinos del barrio Fátima, de Villa Soldati, donde hay “cien viviendas sin adjudicar”, que hace quince días generaron un enfrentamiento entre pobres que luego fueron reprimidos en forma violenta por la policía. “La adjudicación viene siendo demorada desde octubre del año pasado por el IVC, cuando está claro que las cien viviendas tienen que ser adjudicadas, con preferencia, a los vecinos que viven en la manzana 5 del barrio Fátima, y si quedan algunas disponibles, a vecinos de otras manzanas del mismo barrio”. Hace dos semanas, las viviendas intentaron ser ocupadas por vecinos de otros barrios y se generó una situación de violencia.

Desde entonces, los vecinos de Fátima ya se movilizaron dos veces hasta la sede del IVC y esperan que mañana, finalmente, “se adopte una decisión para darles las viviendas a quienes corresponde”. Se trata de un barrio de 340 viviendas, de las que fueron entregadas 226. Las restantes 114 no tienen dueño, aunque deberían otorgarse a los vecinos de la manzana cinco. Por si fuera poco, “todavía no se ha construido la salita de salud prometida y tampoco se han mejorado los servicios de cloacas y luz”. El MOI, por su parte, denunció que está frenado “el financiamiento del IVC a ocho cooperativas de viviendas” de Barracas, Constitución, San Telmo y Balvanera. “Son planes de 20 viviendas en la mayoría de los casos y otros de 50 y 100 casas. Por la falta de aportes, todas están con la soga al cuello”, comentó a este diario una fuente del MOI.

06/05/2009 Posted by | Politica Latinoamerica, Sociedad y Cultura, Uncategorized | , , , , , , | Deja un comentario

Los rostros de la multitud


Por Ricardo Forster *

Los rostros del suburbio se sumergen en el centro de Buenos Aires como quien entra en una geografía que no le pertenece pero que, una vez penetrada, se transforma en su propio lugar, aquel en el que no dejará de mostrar sus señas de identidad, esas que no suelen ser descriptas con benevolencia por los grandes medios de comunicación. Rostros curtidos, oscuros, serios y alegres a la vez de acuerdo con la mirada con la que se topan o a la circunstancia en la que se encuentran. Rostros que devuelven, aunque no lo sepan, las imágenes de otras historias que atravesaron con intensidad las calles de la ciudad, que bajo otras memorias y otras experiencias se encolumnaron para afirmar la presencia de quienes vienen nuevamente encolumnados a defender sus derechos, todos, los del salario y los de la dignidad, esos derechos que algunos han querido suprimir cuando los vientos de la historia parecían soplar hacia la inclemente imposición de la gramática absoluta del capital.

Rostros que remiten a otros rostros como queriendo recordarnos que las épocas se cruzan y que las memorias no se borran por más que se busque invisibilizar lo que sigue insistiendo en el interior de una sociedad injusta y desigual. Rostros de una justicia siempre reclamada, rostros incontables de aquellos que desde siempre exigen que se los reconozca como iguales allí donde la democracia, antigua y nueva, se ofreció a sí misma como el espacio de una igualdad que luego sería sistemáticamente negada por los poderosos. Esos rostros, múltiples, anónimos, íntimos y lejanos, expresan una escritura desplegada en el tiempo de las rebeldías y de las innumerables luchas por el reconocimiento. Poco importa si quienes los representan no están a la altura de esas historias y de esas demandas, poco y nada importa el desdén clasista con el que los nombran los otros, los dueños de las rotativas y de las cámaras de televisión, los narradores de un sentido común atragantado de tanto racismo. Importa que después de mucho tiempo, casi un par de décadas de ausencia (cuando otros rostros más ajados y empobrecidos los sustituyeron para manifestar que los expulsados del sistema, los desocupados del neoliberalismo también tenían rostro y derechos), han regresado las multitudes anónimas a las calles de una ciudad que, más allá de la hostilidad de muchos, guarda como su mejor secreto las huellas de esas otras movilizaciones que en el pasado dignificaron la lucha obrera.

Buenos Aires, la antigua, tal vez aquella que, como Borges dijera, empieza en el sur, descubrió sus ausencias; con un dejo de anonadamiento se recordó a sí misma, recuperó en un instante y entre aquella multitud de rostros llegados de los suburbios pobres otras escrituras alejadas del individualismo de época y perturbadoras de una “opinión pública” construida a la altura de los prejuicios de ciertas clases medias que nunca dejaron de horrorizarse ante la invasión de los bárbaros, de aquellos incivilizados que vienen de una lejanía inclasificable y peligrosa. Eran, una vez más, los “negros del choripán”, la masa anónima movilizada por los recursos del clientelismo (recursos alimentados, dice esa sesuda “opinión pública”, por los impuestos que paga la gente decente), el rebaño que se deja conducir a cualquier lugar y bajo cualquier consigna porque son iletrados y casi analfabetos, carne de cañón de cualquier populismo. Son pura ausencia allí donde carecen, según esta interpretación “sociológica” de algunos connotados dirigentes opositores, de la capacidad para discernir lo que significa la libertad, el derecho y la calidad institucional. Son feos, malos y sucios, y van dejando esas evidencias mientras caminan con desparpajo por las avenidas de una ciudad que nos les pertenece.

Están ahí, arracimados bajo sus banderas, las de sus organizaciones sindicales, las que todavía señalan sus pertenencias más allá del intento del sistema por arrojarlos al vacío neutro de un anonimato en el que sólo vienen a expresar rostros oscuros e inclasificables, masa de trabajadores que sólo son capaces de malvender su fuerza de trabajo. Esas banderas son una poderosa conjunción de pasado y de presente, en ellas, entre sus pliegues, se guarda la memoria de otras batallas y de otras derrotas; ellas siempre son más que la circunstancia que hoy las vuelve a convocar y que algún nombre que se ofrece como el garante último de la verdad. Ellas son el barro de la historia, esa argamasa de sangre y sudor que siempre nos recuerda lo que todavía no se ha cumplido, los sueños soñados ayer que aún siguen esperando su oportunidad y que cada generación redescubre bajo sus propias e insustituibles condiciones. ¿Puede soñar una multitud? Para los cultores de un liberalismo exhausto por su propia crisis eso es un oxímoron porque ante todo están el individuo y su libertad, bastión contra esa masa indiferenciada que viene a amenazar a la República y a la pureza de sus instituciones. Para ellos, la multitud no puede soñar, apenas puede comportarse como una ameba, como una fuerza primitiva que es movida de acuerdo con los deseos de unos pocos. Entre el clasismo brutal y el racismo se mueve una “opinión pública” que no deja de retroceder, en términos intelectuales, hacia un conservadurismo elemental, ese mismo que suele expresar la fuerza de choque informativa de la corporación mediática, esos movileros que intentan describir lo que sus ojos no pueden alcanzar a comprender con los limitados vocablos de quienes expresan la pobreza de la ideología del prejuicio.

Extrañas vicisitudes las de una época que creía que la historia había concluido bajo el reinado omnívoro y entramado del mercado y de la democracia liberal. Un presente absoluto sin rostros curtidos que amenazantes se atrevieran a recorrer las calles de la ciudad burguesa recordando que, acá, entre nosotros, persisten la injusticia y la pobreza. Una época que se sobresalta al descubrir que nada es eterno bajo el sol a veces negro de la historia, de ese sol que vuelve a irradiar sobre las multitudes iluminando con nueva luz la demanda de los incontables por ser parte de lo que todavía, y pese a las promesas que vienen del inicio de la democracia, no se ha repartido con justicia. Gracias a que existen los sindicatos, y más allá de opacidades y agachadas de muchos de sus dirigentes, la brutalidad del sistema no acaba por triunfar, precisamente porque todavía esos rostros de los suburbios arropados bajo sus banderas y sus memorias insisten en recorrer las calles de Buenos Aires.

Sabrá, el amigo lector, elegir sus propias visiones e interpretaciones de lo que fue el impactante acto convocado por la CGT el jueves pasado; sabrá valorar su importancia en esta hora de definiciones políticas en la que se juega tanto; mi intención fue otra, apenas buscar las huellas dejadas por esos rostros en la memoria de la dignidad, de esa que guardan, desde siempre, los trabajadores y sus sindicatos. Pero también, por qué no, intentar descifrar los giros de la historia, los diferentes modos de comprender y de oscurecer nuestra visión de los acontecimientos allí donde lo no esperado nos sacude con sus provocaciones. Un intento por resignificar aquello que se despliega delante de nuestros ojos y que no alcanzamos a comprender; aquello que nos remite a otros momentos y a otras circunstancias, pero que, en el caudaloso río de la actualidad, nos pone delante de nuestra mirada a un colectivo social que sigue dejando sus marcas en una historia por suerte inconclusa. Mucho se juega en estos meses por venir, entre otras cosas, el regreso de esos rostros de los suburbios al centro de la escena política; un regreso sin garantías porque sabemos que la restauración conservadora sigue siendo una amenaza real, aquella que intentará, nuevamente, que las multitudes salgan de la historia para regresar al silencio y el olvido.

* Ensayista, doctor en Filosofía, profesor de la UBA.

Página 12

06/05/2009 Posted by | Politica Latinoamerica, Sociedad y Cultura, Uncategorized | , , , , , , , , , , | Deja un comentario

¿Sabe usted qué es la Ideología?


Por: Néstor Aponte
Fecha de publicación: 18/04/09

En esta etapa del proceso revolucionario venezolano las condiciones han madurado para que una buena parte de los revolucionarios veamos la necesidad de profundizar el contenido ideológico del proceso. Ello, a fin de impulsar la construcción del socialismo. Sin embargo, todavía el término ideología sigue siendo un cascaron hueco: una palabra más, carente de significado, que sólo se utiliza como instrumento para la demagogia política.

La ciencia de las ideas (la ideología) les ha permitido a los hombres y mujeres en el transcurso de la historia humana en algunos casos entender y en otros justificar las relaciones de producción y de dominación en los diferentes períodos históricos. A partir de las relaciones de producción se construyen un conjunto de ideas en el campo de la cultura, de la política, de la estructura social, de las normas formales e informales, de la ética, de la religión y de la educación que le aportan la carga lógica y la justificación a las relaciones de dominación que nacen de estas relaciones de producción. Esta lógica de dominación permite el ejercicio de la violencia contra todos aquellos que pretendan enfrentar este tipo de relaciones de producción.

En una sociedad capitalista las relaciones de producción se expresan en la apropiación que hace el dueño del capital de la mayor cantidad de valor que produce el trabajador a través del ejercicio del trabajo. O en otras palabras, las relaciones de producción se expresan en el pago incompleto que hace el dueño de la empresa u oficina de todo lo que produjo el trabajador. Pago que en general se reduce a un salario de subsistencia. Esta falta de pago a cada trabajador (el excedente apropiado) va ha acumularse en la cuentas del dueño de la empresa u oficina; quien a través de esta acumulación, nacida de la reiterada explotación de los trabajadores, logra privilegios que mejoran su calidad de vida en detrimento de los trabajadores y trabajadoras.

En estas relaciones de producción se establece una lucha entre el dueño del capital y los trabajadores. Esta lucha determina quién se queda con la mayor cantidad del valor creado por el trabajador. Bajo estas relaciones de producción capitalistas los dueños del capital ejercen el papel de dominio en la relación; son los que imponen su voluntad a los trabajadores y trabajadoras. Con esta relación de dominio imponen una lógica (una forma de hacer las cosas) que producto de la persistencia y del uso reiterado de la violencia determinan que se califique de «natural» la existencia misma de esas distribución del valor entre capitalistas y trabajadores.

Para lograr imponer esa distribución del valor dentro del conglomerado de los trabajadores, y en general de los seres humanos, el capital hace uso de la política: del establecimiento de reglas de interacción social (más allá del campo de las fábricas y oficinas) que privilegian e imponen los intereses de los dueños del capital sobre el resto de la sociedad. Pero, la política no puede estar aislada de un proceso educativo que enseñe desde muy pequeño a los hijos de los trabajadores y a los hijos de los dueños del capital a mantener esas relaciones de producción de manera «pacífica». En ese sistema educativo capitalista no se cuestiona y tampoco permite que se cuestione la explotación del hombre por el hombre; por el contrario, se construye un conjunto de ideas (prejuicios, conceptos o visiones de la realidad) que justifican y hacen «natural» las relaciones de producción, la política y la estructura social de los que tienen privilegios (los dueños del capital) y de los que sobreviven (los trabajadores y trabajadoras).

A la política y al sistema educativo se agregan, como instrumentos de dominación, el conjunto de normas formales e informales que viene reprimir las acciones que atenten contra el orden establecido: contra las relaciones de producción y la estructura social existente. Estas normas vienen a justificar junto a la política la creación y utilización de un estamento armado que le garantice a los dueños del capital el ejercicio libre y arbitrario de la violencia contra los trabajadores. Más aún, cuando los trabajadores y trabajadoras se rebelen a su condición de vida o cuando producto de las cíclicas crisis del capital sean arrastradas literalmente a la muerte.

Paralelo a este proceso violento de imposición de los intereses de los dueños del capital existen otros dos conglomerados de ideas que viene a servir de cemento a los ladrillos que conforman las otras mega ideas de la sociedad capitalista. Nos referimos a la ética y a la religión. Estos dos conjuntos de ideas vienen a alienar (a enajenar, a torcer, a trastocar) el espíritu de los trabajadores respecto a su realidad: vienen a convertirlos en mansas ovejas explotadas por los dueños del capital. Tanto la ética como la religión llenan a los trabajadores y a los campesinos de un conjunto de ilusiones (de ideas) y de miedos que refuerzas, justifican y sacan de los canales de la realidad material «el orden natural e irremediable» que privilegia los intereses de los dueños del capital. Un ejemplo de ello lo constituyen las frases: «Dios dice que existen ricos y pobres», «Dios castiga al que se rebele a su mandato» «Dios dice que la iglesia católica es la expresión de él en la tierra». Los dueños del capital (y en general, en la historia humana, los que dominan) han llevado estas ideas «del orden natural e irremediable» a tal extremo que señalan que si los trabajadores y campesinos niegan la religión; esto es, el conglomerado de ideas que auto justifican mágicamente las relaciones de producción dominantes, reniegan también de la fe misma. Como señalábamos antes la religión viene a convertirse en el instrumento de dominación por excelencia de los explotadores, pues la fe es un elemento consustancial de la naturaleza humana. Por ello, la religión pretende apoderarse (secuestrar) la fe del ser humano (de los dominantes y, particularmente, de los dominados) y autoerigirse en el Juez que impone el castigo divino según los intereses del amo de turno (del esclavista, del aristócrata feudal o el capitalista). Su actividad se concentra en manipular, embrutecer y dominar a los trabajadores (a los creadores de valor en cualquier época) y someterlos bajo ilusiones, miedos, castigos imaginarios y engaños, a las relaciones de producción y de dominio existentes. Para ellos (los dueños de la religión) este gran trabajo de domesticación de los trabajadores es retribuido por los dueños del capital haciéndolos partícipes del festín de privilegiados, que para ellos representa la sociedad capitalista. La religión es el opio del pueblo, como lo señalara Marx, porque es capaz de engañar, dopar, atemorizar y controlar la mente de los explotados para ponerla al servicio de los explotadores: alegando que ellos son la fe y la salvación.

Por otra parte, la cultura, en su más amplia expresión, envuelve un conjunto de ideas que traducen «valores» que pretenden imponérsele a los trabajadores y campesinos a través una sicología individual y colectiva que privilegia los intereses y las relaciones de producción capitalista; así como, una lógica y unas reglas de juego propia de la sociedad capitalista. Esta cultura junto a la religión y la ética determina que es bueno o que es malo para los seres humanos: que no es otra cosa, que establecer lo bueno o malo para los dueños del capital. Esa cultura determina hasta donde se limitan las capacidades y competencias de los trabajadores y trabajadoras; así como, cuáles son las capacidades y competencias de los países colonizados o explotados. Esta cultura es la que determina porqué «somos así»: en algunos casos, flojos y perezosos (calificativo que aplican a los países ricos en minerales y riqueza natural o del llamado «tercer mundo») o trabajadores buenos y capaces (calificativo utilizados para los países explotadores, industriales o del «primer mundo»). Quien determina cuál es nuestra cultura es el que domina en las relaciones de producción y son ellos (los dueños del Capital o el imperialismo) quienes tratan de condenar a los pueblos a las limitaciones que más le convienen a sus intereses: a su explotación. En este marco, los medios de comunicación junto a la religión son los instrumentos por excelencia para seducir, embrutecer y atemorizar a los trabajadores y campesinas: son el medio para inyectar en las mentes de los trabajadores y trabajadoras, campesinos y campesinas los valores (las ideas) del capital.

Con todas estas ideas de cultura, política, Estado, educación, leyes, religión y milicia, en fin con esta ideología, no sólo se les impone materialmente a los trabajadores las relaciones de producción capitalista sino se les obliga espiritualmente a reproducirlas de manera «natural». En el caso de la ideología capitalista, la ideología viene a imponerles a los trabajadores el sueño (el engaño) de la sociedad que ellos «quieren» y les resulta «natural»; aquella, donde ellos tienen el rol de sobrevivir y trabajar para que el dueño del capital mantenga y aumente sus privilegios. Por ello, el interés de los dueños del capital de que este proceso de enajenación (de alienación, de trastocar la realidad), de ideologización, no parezca brusco, ni violento, ni irracional; sino por el contrario, suave, continuo, perseverante y profundamente «Legal» y «aceptada por Dios». Los dueños del capital quieren una entrega total del trabajador a las relaciones de producción capitalistas: quieren su total y absoluta domesticación y fidelidad. He aquí el gran aporte de la ideología.

De aquí que la ideología se constituye en un conglomerado de ideas que crean la ilusión a los trabajadores, campesinos y en general a toda la sociedad de que el orden en las relaciones de producción, en la lucha de clase y en la estructuración de esa sociedad es «natural», «lógica» y «eterna». La ideología es como un almíbar que envuelve y mantiene a la fruta suspendida en un líquido pero que también se mete dentro de ella para determinar el sabor que tiene (en nuestro caso, lo que ellas piensan que son y están dispuestas a defender). En este sentido, plantearse un cambio ideológico implica proponer un cambio radical de este conglomerado de ideas que rodean y se meten dentro de las cabezas de los trabajadores. Y esas ideas deben ser cambiadas por otras que privilegien relaciones de producción socialistas, como lo hizo la burguesía cuando cambió las relaciones de producción feudal. El camino no es otro que practicar nuevas relaciones de producción y a partir de ellas y con ellas construir ese nuevo conglomerado de ideas que imponga una sociedad libre para todos los trabajadores y trabajadoras, campesinos y campesinas: donde todos vivan plenamente de los beneficios del valor que crean con sus manos y con sus mentes.

Por ello a la pregunta de ¿Qué hacer con la ideología? respondemos que lo que debemos hacer es identificar la ideología burguesa (de derecha) aquella que responde a los intereses de los dueños del capital y la iglesia y, a partir de ella, proponer y practicar otra que implique desarrollar nuevas relaciones de producción socialistas.
Y a la última pregunta, ¿Para qué sirve la ideología socialista? Sirve para que los trabajadores seamos libres de cuerpo y mente, para que tengamos una calidad de vida buena y feliz, para que nos sintamos realizados física y espiritualmente en nuestro trabajo; pero, muy especialmente, con los que amamos, con la humanidad. La ideología socialista sirve para tengamos una vida verdadera y naturalmente libre de dominación, sin explotación, sin mentiras ni apariencias. El cambio esta, como siempre ha estado, en las manos y en la mente conciente de la clase obrera, avancemos en post de nuestra ideología socialista: la historia y la humanidad nos lo exige.

Aporrea.com

19/04/2009 Posted by | Politica Internacional, Sociedad y Cultura, Uncategorized | , , , , , , , , , , , | Deja un comentario

Una novela contra el sueño americano


Domingo, 11 de Enero de 2009

ENTREVISTA AL ESCRITOR PABLO URBANYI

En Silver, el autor desmonta con notable ironía las trampas de la «civilización» en la cultura occidental. Y no deja títere con cabeza, tanto que uno de sus personajes principales, un simio, termina haciendo desmoronar el ideal de familia americana.

Por Silvina Friera

Atractivo y fotogénico, el simio que le presentan a Marco, una tarde de verano en el Campus de la Universidad de Stanford, es más gentil que un ser humano. Y hasta habla. Necesita contar su historia. Un matrimonio de sociólogos -ella, inglesa; él, norteamericano- lo saca de su ambiente natural, en Africa, y se lo lleva a vivir a su casa de California para estudiar la capacidad de aprendizaje y adaptación de un primate en un «ambiente enriquecido». Los progresos son notables. Pronto aprende a usar exitosamente las herramientas básicas del ser civilizado: papel higiénico, cepillo de dientes, tenedor, cuchillo, cuchara. Y no para de avanzar: juega al béisbol, corta el pasto, mira televisión, aprende a leer, a pintar y a hablar, pero sólo con la dueña de casa, Dianne, de quien se enamorará. A medida que el gorila ilustrado crece y humilla al resto con su inteligencia, «superior a la del americano promedio», los hijos de la pareja cada vez tienen comportamientos más simiescos y el ideal de familia norteamericana tipo comienza a desmoronarse. El marido, celoso hasta la náusea por el protagonismo que adquiere el chimpancé, quiere que desaparezca. El escándalo estalla. Al fin y al cabo no hay sociedad más puritana que la norteamericana. En una rápida «Operación retorno», el gorila «pervertido» regresará a la jungla. Pero el operativo, a cargo de una científica que terminará alienada en la «simiedad», fracasará. El gorila volverá a la «civilización» en penosas condiciones. En Silver (Catálogos), finalista del Premio Planeta en 1993, Pablo Urbanyi desmonta con una ironía corrosiva las trampas del pesadillesco american dream. Y no deja títere con cabeza.

Ahora que el escritor estuvo de nuevo visitando amigos por el país, la melancolía de sus ojos parece una bandera a media asta. El humor le permitió sobrevivir a los vientos del azar o las vueltas del destino. Urbanyi nació en 1939 en Hungría, pero a los 8 años vino con su familia a la Argentina. Aprendió a hablar el español rioplatense casi sin darse cuenta. Publicó sus primeros libros, los cuentos de Noche de revolucionarios (1972) y la novela Un revólver para Mack (1975), y trabajó en el diario La Opinión hasta que las «broncíneas trompetas militares» lo obligaron a exiliarse, en 1977, en Canadá, donde actualmente reside. La nostalgia por la Argentina es una «enfermedad» que lo acompaña permanentemente. Dice que no tiene cura, pero alivia ese dolor cada vez que regresa al país y absorbe los sabores y olores extrañados. «Sin imaginarme utopías y tratar de realizarlas, aunque sea en papel, no podría vivir. Pero por una razón u otra, terminan destruyéndose hasta en la imaginación o en la novela. Si no tuviera a quién echarle la culpa, si no pudiera imaginarse que todo podría ser mejor, no valdría la pena escribir», plantea el escritor en la entrevista con Página/12.

-Después de haber vivido quince años en tierras donde los saquitos de té y las galletitas hablan y bailan en las pantallas de televisión, Marco dice que es posible que su capacidad de asombro se haya deteriorado. ¿Estas palabras las podría decir hoy Pablo Urbanyi?

-La respuesta sería una de abogado, sí y no, o so y ni. Unos 30 o 40 canales de televisión norteamericanos inyectan su veneno por cable prácticamente las 24 horas del día en Canadá. Y cuando digo veneno, no me refiero a los que usaban los Borgia o se encuentra en los hongos (risas), sino al veneno que ha convertido a la vida en pura ficción y al sueño americano en una auténtica pesadilla. Urbanyi, por una cuestión de autodefensa, como no mirar televisión, ha perdido su capacidad de asombro. Pero con el nacimiento de mis nietos, mi asombro ha revivido ante este fenómeno que se llama vida. Y parece increíble, pero mi asombro se ha potenciado más ante este suicidio en el que Dios o Satanás parece ser el flautista de Hamelin que lleva a la humanidad al abismo, un futuro no muy halagador para mis nietos.

-Así como en la novela Marco siente que ante Silver encontró el tema de su película, ¿en qué momento sintió que había encontrado el tema de su novela?

-Con las novelas no me ocurre lo mismo que con los cuentos. Estos nacen de un fogonazo y las novelas, de chispazos que se van yuxtaponiendo en el proceso de reescritura, lectura e investigación. Si mal no me acuerdo, el primer chispazo surgió cuando miraba una película del National Geographic sobre los chimpancés que estudiaba una hermosa rubia, Jane Goodall (que me inspiró uno de mis personajes), que investigaba la vida y costumbres de los simios para hacer su doctorado. Para sacarse fotos, se acercó tanto a ellos que casi los domesticó y de paso les contagió la parálisis infantil. Creo que fue ella la que, para conseguir becas, inventó aquello de «cuanto mejor comprendamos a los simios, mejor nos comprenderemos a nosotros». Luego siguió mi descubrimiento de Koko, gorila a la que otra rubia, Penny Patterson, le enseñó el lenguaje de señas para que nos revelara los secretos del alma ignota de un primate. Luego encontré, leyendo a Kafka, el Informe para una academia hecho por un simio que trabaja en un circo, y surgió la primera idea concreta de escribir una novela sobre un aventurero que recorriera Estados Unidos con un gorila en una casa rodante. Buscando inspiración, encontré autores más responsables y críticos sobre estas rubias que, compitiendo con los simios para salir en las fotos, interfieren y alteran el medio que estudian.

-En la novela aparece una suerte de «enfrentamiento» entre la civilización, puesta del lado de Silver, y la barbarie, que encarna la sociedad norteamericana. ¿Buscó invertir estas categorías sarmientinas?

-No olvidemos que el escritor, por más que tenga una meta, nunca sabe si va a llegar a lograr lo que se propone. Muchas ideas surgen durante el rigor del trabajo y sorprenden al mismo autor. Tal fue el caso de los hijos de Dianne, que súbitamente aparecieron comportándose como simios, en parte por celos y para llamar la atención, y en parte como encarnación de lo primitivo en un «ambiente enriquecido». Si a eso le sumamos la actitud de Dianne, una británica, de desprecio a todo lo norteamericano, no cabe duda de que podría hablar de categorías sarmientinas de civilización y barbarie invertidas. Me viene a la memoria la observación de Oscar Wilde: «Estados Unidos es el único país del mundo que de la barbarie llegó a la decadencia sin pasar por la civilización» (risas). En Silver traté de señalar o más bien revelar esa barbarie magníficamente disimulada debajo del technicolor, los colores y la música estridente del hard o heavy rock. Sin embargo, aunque con mucha ironía y por esas extrañas y sorprendentes contradicciones de EE.UU., debo reconocer que difícilmente otro país me hubiera podido inspirar una historia como la de Silver.

-¿Por qué hacia el final del libro aparece una suerte de «pesimismo ancestral»?

-Ante el mundo en el que vivimos desde hace cien años, ante la conciencia de que las cosas van cada vez peor, ante la increíble pobreza intelectual de los políticos incapaces de imaginarse utopías y mucho menos crearlas y realizarlas, ante la pobreza intelectual de los intelectuales mismos, ante la destrucción y devastación de la naturaleza, del interior del ser humano, ante la pérdida de toda mística y religiosidad, religiosidad en el sentido de re-ligar, ante el destino del mismo Silver que ni el autor pudo cambiar, ¿queda alguna cosa que no sea «el pesimismo ancestral»? Yo creo que sí; no hay que tenerle miedo a la palabra «pesimismo», una vez aceptada, todo lo que pueda desmentirla sólo traerá momentos de felicidad, a veces serenos, otras intensos. La felicidad permanente, una especie de estado patológico, justamente, es la Pesadilla Americana.

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12/01/2009 Posted by | Arte, Sociedad y Cultura, Uncategorized | , , , , , , , | Deja un comentario

Memoria del Saqueo – Film de Fernando Pino Solanas


SINOPSIS: Desde los comienzos de la dictadura militar, hace ya veinticinco años, Argentina y su pueblo han tenido que hacer frente a una de las peores crisis económicas y sociales vividas jamás por un país en periodo de paz. Argentina, un país que fue próspero, ha tenido que enfrentarse de forma periódica a todos y cada uno de los traumas estigmatizados por la militancia anticapitalista: exorbitantes deudas nacionales, el desalmado ultraliberalismo, la desenfrenada corrupción política y financiera y el expolio regular de los bienes públicos. Todo ello, con la ayuda de las compañías multinacionales occidentales y la complicidad de los organismos internacionales. La política de la tierra abrasada, representada por tipos como Carlos Menem, ha conducido al país a un increíble cataclismo de hambre, enfermedad y sacrificio de vidas humanas: un genocidio social. “Memoria del Saqueo” saca a relucir los mecanismos que han provocado esta catástrofe. Esta película está dedicada a todos aquellos que resisten con dignidad y coraje. Es inaceptable dejar que un pueblo vaya sumiéndose poco a poco en la pobreza. Pero todavía es más inaceptable dejar que la pobreza se establezca, cuando dicho proceso ya se había vaticinado. Y lo que es peor aún, permitir que la pobreza se instale en una tierra tan rica en recursos. (FILMAFFINITY)

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30/12/2008 Posted by | Cine Recomendado, Politica Latinoamerica, Uncategorized, Videos | , , , , , , , | Deja un comentario