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REALIDADES O BURBUJAS


REALIDADES O BURBUJASSi uno se aferra a la proclama post-PASO de Clarín y sus congéneres, la conclusión es tajante: “Ahora sí. Chau Cristina, chau kirchnerismo”. Eufemismos al margen, ese el mensaje. No vale la pena detenerse exhaustivamente en el análisis del nuevo mapa político-electoral que formula el espectro opositor, desde el momento en que todo lo que se diga se resume en esa lapidaria exégesis.

Ahora bien, ¿es realmente tan taxativo el panorama adverso que supone para el oficialismo el escenario dejado por las primarias? ¿Puede considerarse una entelequia la posibilidad de reposicionamiento K de cara 2015? Lo de Sergio Massa, ¿fue verdaderamente un “triunfazo” o fue una victoria clara, pero dentro de lo que se esperaba?

En la frialdad de los números, el kirchnerismo, dentro de todo, no salió tan lesionado como se presume. Según las proyecciones, ganaría cuatro bancas en Diputados y perdería sólo un escaño en el Senado. No obstante, en lo conceptual y simbólico, particularmente si se tiene en cuenta el contraste con la adhesión lograda en 2011, podría pensarse en un cambio de escenario .

Igualmente, la utilidad de la comparación de ambas instancias electorales es relativa. Aquella fue presidencial y ésta, legislativa. El público no vota de igual manera en los dos casos. El comicio de medio término suele ser crítico para la administración de turno, por cuanto se entiende que el votante tiene la chance de ejercer un control sobre el ejercicio del poder. Bajo tales condiciones, y después de diez años de gestión, es lógico que el Gobierno no la tenga fácil.

Pero no siempre la foto de una elección legislativa tiene su correlato en la elección para Presidente. Se vio ésto ya en los llamados de 2009 y 2011. Es cierto que las circunstancias eran otras. De todos modos, la impresión, fogoneada desde la oposición, guarda similitud. Esto es, ver al Gobierno limitado a una “función decorativa” hasta que cumpla el mandato. Esa lectura falló en aquel entonces. ¿Quién puede asegurar que no pueda fallar ahora?

Veamos desde otro ángulo esta situación con un ejemplo. Elisa Carrió acaba de resucitar políticamente con una buena penetración en el electorado capitalino, siendo quizás una de las “vedettes” del pasado domingo. ¿Pero podría “Lilita” mantener esa performance si hoy se candidateara a Presidenta? ¿Le confiaría el votante su futuro –y el de sus hijos- a una persona que cree sinceramente estar imbuida de un poder divino? Probablemente Carrió sea el arquetipo del candidato puramente legislativo y entonces no es válido hablar de recuperación sino simplemente de que es el Congreso el lugar en el que la pone el electorado.

En cuanto a Sergio Massa, si bien su estampa joven y su impronta de “nueva oposición” lo colocan en un lugar atendible como presidenciable, su fortaleza a nivel nacional como hombre capaz de aglutinar al antikirchnerismo es aún un signo de interrogación. Vale tener presente también que el Intendente de Tigre ganó con un porcentaje de interés innegable. Pero no fue una tromba. Fuera del tradicional clima festivo que impone una elección favorable y el ánimo de consabidos titulares, habría que ver cuántos dirigentes de la oposición, en su fuero íntimo, se animan hoy a sentenciar la defunción kirchnerista. Massa ganó por seis puntos. ¿Quién puede asegurar que el Gobierno no puede revertir esa diferencia en 2015?

Poco a poco, comienzan a ganar cuerpo las especulaciones referidas a un posible incremento de votos de Massa para octubre, entre otras cosas, ante la probabilidad que algunas voluntades que acompañaron a Francisco de Narváez pasen a engrosar el caudal del Frente Renovador. Puede ser que ésto suceda, e incluso que Massa –como algunos anticipan- ronde los 40 puntos. Lo que cuesta rubricar es que ese cuadro tenga su replay exacto en la elección presidencial.

De todas maneras, las conjeturas sobre cuán funcional podría ser para Massa el denarvaísmo merece algunos reparos. Hace pocas horas, Hugo Moyano (quien repentinamente se percató de que su mejor negocio pasaba por asociarse al “Colorado”) se encargó de sembrar dudas sobre la asunción de la banca por parte del hombre de Tigre si es que resultaba finalmente elegido. “Vamos a ver en primera instancia si asume, porque en varias oportunidades ha sido electo y no ha asumido esa responsabilidad. A veces quedan dudas, por más que haya firmado una escritura”, subrayó el camionero, para indicar también que Massa “no tiene el voto cautivo”.

Dos cosas: por un lado, menos mal que Moyano pertenece a la oposición. Es más, no sería extraño que, en tren de defender a Massa, alguna ponencia de a entender que el cegetista rebelde es realidad un operador solapado del Gobierno.

Y por otro, si estas palabras de Moyano hubiesen salido de boca de la Presidenta, ameritaban, sin inconvenientes, una nota de Clarín a página completa dedicada a fogonear el “sangrado por la herida” presidencial. El “periodismo independiente” jamás descansa.

Fernando «Pino» Solanas aseguró que «el apoyo de las corporaciones mediáticas» a la candidatura de Sergio MASSA por el Frente Renovador «no es inocente». «El fuerte poder mediático que tuvo no lo ha tenido nadie», sostuvo, y comparó el apoyo que recibe Sergio Massa con el que los grandes medios también dispensan a Mauricio Macri. Lo dijo Solanas y no el FpV, haciendo evidente que no estamos frente a una victimización sino a una realidad vista y compartida por varios.

De igual forma, la lectura que hace el PRO de los resultados metropolitanos (particularmente frente al mayor caudal de UNEN) pone el acento en mostrar gestión y “no leer los diarios”, destacando la interpretación que mediáticamente se hizo del resultado en la capital. No se advierte en este punto qué diferencia esta recomendación de la efectuada por la Presidenta cuando indica que los resultados en la Antártida no tuvieron la suficiente difusión. Ambos están marcando la operatoria mediática pero la crítica carga contra Cristina de Kirchner.

Seguramente –y a diferencia de 2009- el principal argumento opositor en su advertencia sobre la evaporación que le espera al kirchnerismo reside en lo difícil que se ha puesto el terreno para la eventual re-reelección de Cristina, problema agravado por el boomerang que, según el ojo anti-K, implica para las perspectivas oficialistas el fuerte personalismo de la Presidenta. “Si no es Cristina, no es nadie”, acostumbran a repetir en la cocina del arco opositor.

¿Es francamente ésto así de simple? Si la Presidente ungiese, por ejemplo, a Daniel Scioli como candidato a sucederla, ¿puede certificarse que de todas maneras perderá ante el neo-crítico Massa, pese a tener el Gobernador un nivel de popularidad por encima del 50%?

Si el conductor del Frente Renovador decide finalmente probar suerte en la carrera a Presidente de la Nación, ¿que harán José Manuel de la Sota, Mauricio Macri, Elisa Carrió, Ricardo Alfonsín y demás? ¿Se sentarán sólo a observarlo y aplaudirlo?

La oposición siempre coincidió –y coincide- en el objetivo de destronar al oficialismo. Aunque, con las urnas cerca, cada uno de sus exponentes se autoadjudica en términos de exclusividad la capacidad de hacerlo. Esto ya es un mal endémico del mundo opositor. En una elección legislativa, pasa un tanto inadvertido. En un sufragio presidencial, es fatal.

Desde otro prisma, algo para destacar. El mix de dirigencia y medios opositores, en su arremetida contra el Ejecutivo, no titubean en alertar sobre el teórico desprecio de Cristina al voto popular cuando le viene de malas. ¿Es ésto lo que ocurre o es lo que el antikirchnerismo dice que ocurre, al calor de la advertencia presidencial sobre los intereses agazapados detrás de la elección?. Desde que el kirchnerismo nació, siempre hubo una brecha entre el comportamiento propio y el que le es adjudicado.

Además, la oposición –sobre todo la más acérrima- no cesó durante años en tildar a esta administración de cruel, intolerante, corrupta y cuanto calificativo pueda imaginarse en esa tónica negativa. ¿Significa entonces ésto que los ciudadanos que la avalan son cómplices? De seguro la oposición dirá que no, y que lejos de su ánimo está el pretender “condenar” al votante kirchnerista. Pues entonces la Presidenta tampoco está “condenando” a la gente que en esta elección no eligió al oficialismo, más allá de que determinadas opiniones lo interpreten en contrario.

En definitiva, el problema de la hipersensibilidad instalada tras las PASO estriba en que los avisos acerca del infausto destino con el que, supuestamente, habrá de toparse el kirchnerismo, no parten tanto del análisis de lo acontecido, sino más bien del deseo de que así suceda. Al punto de que algunos sienten la convicción de tener el visto bueno para relamerse.

La democracia necesita constructores, y no individuos al acecho. La democracia necesita acciones y realidades no burbujas de jabón de lindas formas pero con corta duración. Evidentemente, todavía hay bastante por aprender

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19/08/2013 - Posted by | General, Medios de Comunicaciòn, Política Argentina, Politica Latinoamerica, Reflexiones, Sociedad y Cultura, Uncategorized | , , , ,

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